Charla con la escritora mexicana Irma Gallo alrededor de su primera novela “El susurro de las estrellas”, publicada en 2023 por Paraíso Perdido.
Ximena: Hola, bienvenides a La Cova. Hoy tenemos a una invitada muy especial que es Irma Gallo, la escritora y periodista mexicana. Bienvenida Irma, gracias por estar aquí conmigo hoy.
Irma: Muchas gracias por la invitación.
Ximena: Les platico un poco de Irma. Es una escritora y periodista mexicana. Ella ha publicado los libros “Profesión: mamá”, “Cuando el cielo se pinta anaranjado”, “#Yo nomás digo”, y otros libros que ha escrito en coautorías. También ha publicado en antologías como “¿por qué escribo” de la editorial Gris Tormenta Y publicó la novela “El susurro de las estrellas” en Paraíso Perdido, de la que vamos a platicar hoy. Irma ganó el Premio Nacional de Periodismo Cultural René Avilés Fabila en 2018; estudió comunicación en la Universidad Autónoma Metropolitana; estudió literatura española e hispanoamericana en la Universidad de Barcelona, y actualmente está completando su máster en escritura creativa en la Universidad de Nueva York. El susurro de las estrellas es una novela que yo acabo de terminar, está escrita en primera persona con la voz de una joven adolescente que se llama Alicia. Ella vive con su abuela y está buscando a su madre desaparecida. Irma, por favor cuéntanos un poquito de esta novela. ¿Cuándo te surgió la idea de hacer este proyecto? Y si quieres agregar un poco más del contexto de lo que trata la novela para que podamos entrar a la conversación, estaría genial.
Irma: Gracias, Ximena, de verdad por esta oportunidad. Bueno, pues mira. La idea principal de la novela, que es una adolescente que busca a su madre, me surgió después de que me quedé sin trabajo en el 2019 cuando salí de Notimex. Estaba caminando por el parque de los Viveros y creo que mis mejores ideas han surgido caminando. Pensé en una adolescente que no sabe dónde está su mamá. Así nada más. Y luego dije, ¿pero por qué?, ¿por qué no sabe dónde está su mamá?, ¿qué haría que una madre se distanciara de su hija adolescente y rompiera todo contacto con ella? Eso es lo que me interesaba. No quería ensuciar la memoria de tantas madres buscadoras, tantas mujeres buscadoras en México, porque el tema del narcotráfico, del crimen organizado me rebasaba. Entonces no iba a ser esta una desaparición por un tema relacionado con el crimen organizado; era demasiado para mí en ese momento. Entonces le estuve dando vueltas varios días. Yo, al primer personaje que visualicé en mi en mi mente, fue a Alicia, el personaje del que hablas. Y pensé que estaba en una situación muy vulnerable por que la abuela finalmente es una persona mayor que se va cansando, que va perdiendo la paciencia. Lo que sucede con las personas mayores, ¿no? Y me vino la idea de la enfermedad mental, aunque no me gusta decir enfermedad mental, porque pienso que es algo muy agresivo y muy poco compasivo. Digamos de la neurodivergencia. Pensé, claro, claro: ¿por qué una madre cortaría toda relación con su hija? Pues por algo que no puede controlar. ¿Y qué es esto? ¿Qué no puede controlar? Algo que no sea, insisto, una desaparición forzada. Bueno, pues entonces una neurodivergencia. Y de ahí fui tejiendo cosas que me interesaban, tomas que han sido una constante en mi obra: la relación entre madres, abuelas, hijas. Este linaje a mí siempre me ha interesado mucho. Creo que es un linaje poderosísimo, no solo a nivel individual, sino que en México, como sociedad, creo que somos quienes movemos a México, quienes hacemos que este país sea lo que es, incluso hablando de las madres buscadoras. Entonces, bueno, para mí esta es una de las principales obsesiones. Y, por otra parte, pensé también, y aquí voy a hablar un poco de mi vida personal y de mi experiencia siendo reportera en México, una reportera que a los 32 años tuvo a su a su hija, mi mamá se ocupó mucho de ella. Y hay muchas abuelas en México, y en todo el mundo, pero pienso que es un fenómeno más latinoamericano, que a estas mujeres ya mayores no les queda de otra. A veces ni siquiera lo pidieron. Y hay veces que ni siquiera tenemos esta conciencia de que estas mujeres ya criaron a sus propios hijos, y ya están cansadas, ya vivieron una vida, y lo que quieren es descansar. Para mí el personaje de la abuela era súper importante, no solo el de la madre, porque la madre es el lazo fundamental que está buscando Alicia, pero el de la abuela también. La abuela se ve obligada a hacerse cargo de esta adolescente. Creo que esas fueron las líneas principales Ximena, y luego surgió el tema de la música, del que si quieres hablamos también.
Ximena: Mira, a mí me pareció muy interesante encontrarme con la figura de la abuela y que tuviera voz en la novela, porque eso no es tan común. Normalmente se asume que las abuelas van a hacerse cargo de los cuidados y me encantó que le dieras voz y pudiera expresar cómo se estaba sintiendo. Aquí me voy a desviar un poco. Tú le has dedicado tu carrera al tema de las mujeres. A lo mejor hay quien diría, bueno, pues es mujer, ¿no? Pero hay muchas mujeres a las que no les interesan los temas de mujeres. Entonces me encantaría saber por qué.
Irma: Qué buena pregunta. Qué buena y qué difícil. Mira, yo creo que tiene mucho que ver con que en mi familia inmediata, digamos, somos mi hermana, mi mamá, mi papá y yo. El único hombre es mi papá, que siempre fue, siempre ha sido porque todavía vive, esta figura que cuida, que nos protege. Pero al mismo tiempo, bueno, con toda esta generosidad y este reconocimiento de lo que significa ser mujer, aunque él no lo sea. Es paradójico, pero así es, ¿no? Y otra cosa que me pasó a consecuencia de esto, de crecer en este tipo de familia, fue que cuando yo empecé la secundaria, cuando se empieza a dar cuenta de cosas, te estoy hablando de hace muchos años, en los ochenta, me empecé a dar cuenta de que las oportunidades no eran iguales para los hombres que para las mujeres. Y yo sé que este discurso ahorita a mucha gente joven le va a sonar como ay qué flojera. Pero imagínate en los ochenta, cuando eres una niña que toda la vida ha sido igual de bien tratada por su padre que por su madre, que tu padre te hace ver como lo mejor en el mundo, suena cursi, pero así es. Y de repente te enfrentas con que hay hombres violentos, con que hay hombres muy competitivos, con que hay hombres que te dicen “no, tú no porque eres niña”. Y para mí fue un shock tremendo. De verdad, sí, fue un shock tremendo. Afortunadamente que hemos ganado varias batallas en el feminismo, pero para la adolescencia me hizo muy vulnerable. Y después, años después, cuando empecé mi carrera de periodista, me empecé a involucrar con mujeres cuyas hijas o estaban desaparecidas o habían sufrido violencia doméstica, o habían sufrido discriminación. Y ahí salió el libro “Cuando el cielo se pinta anaranjado”, que tiene reportajes y entrevistas a mujeres que habían sido víctimas de violencia y montaron la obra de teatro “Medea material”. No eran actrices ninguna de ellas, pero hicieron un trabajo impresionante. Es sanar por medio del arte. Es un ejemplo nada más, pero siempre me he sentido muy identificada, aunque yo he tenido una vida bastante plena y buena y llena de cosas maravillosas, siempre me he sentido muy identificada con lo que nos pasa a las mujeres. Creo que me sería muy difícil abordar una novela o un cuento, y lo he intentado, donde la voz principal fuera un hombre. No es que no los entienda, no es que no los ame, los adoro, empezando por mi padre y muchos grandes amigos, pero me cuesta entender todavía muchos mecanismos del pensamiento y de las actitudes de los hombres. Entonces, y como te dije hace un rato, creo que por el linaje materno nos llega una fuerza y una resistencia y resiliencia que no nos llega por el linaje paterno, por la simple razón de que muchos hombres, no quiero generalizar, pero muchos hombres no han tenido que luchar contra cosas tan insignificantes como nosotras. Sí, creo que tiene que ver un poco por ahí.
Ximena: La novela aborda tantos temas que es difícil para mí elegir uno; quiero mencionar, para quienes nos escuchan, los distintos temas que encontré y que sepan con qué se van a topar. Por ejemplo, lo que acabas de decir hace rato, crecer con una abuela, ser una abuela y cuidar a una nieta. Ese es el tema de cuidados; también esta el aspecto de la neurodivergencia. De alguna manera también se toca el tema del bullying. El aspecto de la sororidad y la amistad entre mujeres. Se toca el tema de la búsqueda de un familiar desaparecido. También el de la violencia de género y de la música que ahorita mencionaste, y el de practicar obsesivamente para llegar a la perfección en un instrumento. Entonces yo quisiera dejarte a ti la elección sobre qué tema es el que menos te han preguntado en tus entrevistas, y de cuál quisieras hablar.
Irma: Mira, creo que el tema del que menos me han preguntado es el de la migración, y es muy curioso porque este libro, esta novela la escribí viviendo en México. Yo había venido solamente de visita a Nueva York como 5 días. Entonces no conocía realmente la ciudad y era una de mis obsesiones. Cuando quise buscarle a la madre, a Ana, un lugar donde su éxito explotara, dije tiene que estar en Nueva York, y empecé a hacer mucha investigación, muchísima. Ahí me sirvió mi carrera de periodista de tantos años y empecé a investigar lugares donde se tocaba música de orquesta en Nueva York, y lugares donde se tocaba jazz para el tema de Eduardo, la pareja de Ana. Pero si ahora escribiera ese libro, creo que lo escribiría muy distinto, porque para mi personaje todo fue color de rosa en esta migración soñada que yo tenía en la cabeza antes de que ocurriera la mía, la verdadera migración, y creo que a lo mejor hoy escribiría muy distinto esas partes; pero en aquel momento fue mucho research también porque se situaba en principios de los 2000 y finales de los 90, y el Research, que tuve que hacer sobre el atentado al World Trade Center, a las torres gemelas, fue el pensar en cómo se comunicaba la gente, recordar cuando el uso del celular estaba tan incipiente. Entonces, tanto el tema de la migración como el tema de volver a la vista atrás y el archivo, la necesidad del archivo que en eso me identifico mucho y le reconozco mucho a Valeria Luiselli, por ejemplo, con “Desierto sonoro”, porque la idea de las cajas que contienen cosas salió mucho de la lectura de su novela, y también el viaje, de alguna manera, el viaje como viaje de transformación. Por otra parte, creo que tú has detectado temas que me importan mucho, Has hecho una lectura muy pertinente y puntual. La música fue otro tema también. Yo no quería que Ana fuera escritora. Siento que quienes escribimos libros, cuando escribimos sobre un personaje que escribe, nos volvemos aburridos. A mí eso me incomoda profundamente. Y yo siempre he amado la música, la ópera, la música a la que le llamamos música clásica y que realmente pues eso abarca muchos más periodos que solo el clásico. Entonces, dije, tiene que ser música. Ella tiene que ser música y un instrumento que me gusta particularmente es el violín. Me gusta el chelo. Me gusta el piano y el violín. El piano no se transporta. El chelo es muy pesado y ella es una mujer. Y me decidí por el violín; entonces fue también una investigación musical en el sentido de qué piezas puede tocar una persona que está apenas aprendiendo cuando ella es una adolescente y entra al Conservatorio en la ciudad de Mexico, en Polanco. Y qué piezas puede tocar una persona que ya toca aquí en el Albert Hall, en el Lincoln Center, y hace giras internacionales, y qué directores musicales estaban dirigiendo la Orquesta Filarmónica de Nueva York en esa época. Entonces también fue echarme de cabeza y averiguar todas esas cosas. Fue súper gozoso, Ximena, muy gozoso.
Ximena: Me pareció que tú eras amante de la música cuando leí la novela. Y algo que me fascinó fue la forma en que está retratada la competencia entre estudiantes y profesionales de la música, en especial desde la neurodivergencia de Ana. fue muy doloroso. A mí me dolió muchísimo esa personaja, el de la madre de Alicia. Entonces, cuando dijiste que hubieras cambiado cosas, ¿te referías específicamente a ese pasaje, o había otras cosas que te hubiera gustado cambiar en la novela?
Irma: Pues gracias por la pregunta también. Bueno, aparte de esto, de la experiencia de la migración, creo que cambiaría mucho en cuestiones formales y de estilo. Tú siendo escritora publicada, lo sabes también. Una siempre quiere hacer lo mejor y de repente vuelvo a leer la novela y encuentro cosas que quizás pude haber trabajado más. Esos detalles finos desde cosas como los adverbios, de no usar tantos adverbios, hasta cosas ya más complejas que tienen que ver con la mala fe. Lo que llama mi maestra Lina Meruane la mala fe, que es como llevar al lector a que crea una cosa y de repente ¡pum!, darle la vuelta y que el lector se encuentre con algo totalmente inesperado, algo que no creyó que iba a hacer ese personaje o esa situación. Obviamente, después de ya casi terminar el MFA, entonces de casi 2 años de estar aquí, teniendo más teoría, más práctica literaria académicamente, creo que hay cosas que no hubiera escrito igual. Pero aun así, mira, una tiene que abrazar quién eras tú en el momento en que escribiste esto ¿no? Y creo que había muchas cosas de mí que salieron en la novela. Y una cosa era que la maternidad no siempre es fácil. Digo, yo tengo una hija que tiene 20 años, casi 21, y mi maternidad nunca ha sido fácil. La adoro, es mi vida y es lo que más quiero y no tengo duda en este mundo, pero fácil no ha sido, y durante mucho tiempo nos han hecho creer a las mujeres, primero, que tenemos que ser madres a fuerza, aunque no lo queramos. Y luego, cuando ya somos madres, que tenemos que ser madres de una determinada manera. Y si no eres así, eres una mala madre. Yo no sé qué es peor. Quiero decir, no que no tengas hijos o que los tengas y no seas la madre que todo el mundo espera. Entonces me encantó que me dijeras que te gusta el personaje de Ana, porque sin la neurodivergencia soy, o quise ser, Ana. Ella es esta mujer que de alguna manera escapa, escapa todo el tiempo. Escapa de su familia, escapa de sus padres, se escapa de todo el mundo, y para mí era muy importante, obviamente, torcerla un poquito en el sentido de no ser yo, sino a vivir cosas que me hubiera gustado a mí vivir o que me gustaría vivir todavía como la experiencia de hacer giras, conocer gente, ser famosa, pero también de experimentar esta ambigüedad. ¿Qué es ser madre? Y creo que también eso lo vive la abuela Adriana con respecto a Ana, a su hija, y con respecto a Alicia su nieta. Hace rato te dije que este linaje materno nos hace fuertes, pero también es un linaje súper problemático. Quien aquí me diga que es mujer y siempre se ha llevado bien con su mamá y con su hija…. No sé si se lo creo.
Ximena: No… Justo te iba a decir que la abuela Adriana también tiene que escapar, y de alguna manera tiene que tomar una decisión muy difícil que tal vez muchas personas hubieran juzgado. Tal vez hubieran considerado que se tendría que haber sacrificado más. Y eso es muy duro. Hace poco una persona me dijo algo curioso; que creía que en México no había machismo. Que en México, las mujeres son las que mandan. Que hay un matriarcado más que un patriarcado. Quien me dijo esto es un hombre bastante joven. Según él es un matriarcado porque hay madres solteras, hay abuelas que son las que cuidan a toda la familia, que muchas mujeres se ponen muy violentas con el feminismo. Entonces yo te pregunto a ti Irma, ¿crees que el feminismo sigue siendo mal entendido, tergiversado? Te escuché en una entrevista decir que a ti te parece muy importante lo que propone, por ejemplo, Donna Haraway en su libro “Seguir con el problema”, en el que habla del feminismo inter-especie, y yo comulgo contigo. Además, el feminismo no excluye a los hombres. ¿Por qué crees que el feminismo siga siendo tan mal entendido? ¿Crees que tenga que ver con la palabra misma?
Irma: Tengo más preguntas que respuestas al respecto. Los jóvenes varones, los de la llamada generación Z, están yendo mucho hacia los movimientos de derecha conservadores. Una de las razones es el feminismo. Es una cosa que rechazan y que asocian con la izquierda, porque sienten que ya no tienen nada de respeto por parte de sus pares, de sus pares en edad y en generación, mujeres. Viendo la serie “Adolescentes” siento que estamos en un momento en que estamos tocando orillas muy peligrosas, muy delicadas. Hay toda una polémica también con contra las mujeres trans de parte de feministas que se dicen feministas radicales, en la que yo no estoy de acuerdo. Decir que las mujeres trans son hombres vestidos de mujer. Me parece horrible y me parece muy deleznable, porque justamente ahora que mencionas a Donna Haraway, creo que el feminismo debe de ser algo incluyente. No se trata de decir: los hombres son los malos, ahora jódanse, ustedes ya nos jodieron. No, se trata de buscar terrenos en los cuales podamos empatar, empatarnos en oportunidades, tratar de vencer opresiones, vencer disgustos, vencer injusticias, vencer inequidades. Creo que la palabra feminismo debería buscar otro término, para empezar. Porque feminismo inmediatamente te suena a todas estas cosas que están rechazando muchas. Primero, las mujeres trans porque se sienten agredidas y tienen todo el derecho. Y luego estos jóvenes, de los que te cuento, que cada vez se sienten más agredidos. Incluso es curioso porque durante muchas décadas, mucho tiempo fuimos nosotras las agredidas. Y si bien seguimos siendo agredidas, si bien hay mucha inequidad, seguimos ganando menos, etcétera, todo eso sí, pero tampoco se trata de voltear. Ahora vamos a vengarnos y vamos a tratar a los hombres como si fueran la mierda, porque para mí eso no es feminismo. Para mí, eso no es una teoría que quiera aglomerar y que quiera incluir. Y creo que en estos tiempos más que nunca es necesario tratar de incluir a más seres, a los a los animales no humanos también. Para mí eso es básico. Yo cuando leía a Donna Haraway se me voló la cabeza, ¿por qué nadie había hablado de esto? Es una mujer de de 90 años, ¿qué dices de esa sabiduría?
Ximena: Comulgo completamente. ¿Cómo podemos ser tan crueles con, por ejemplo, las vacas? Inseminarlas, obligarlas a que tengan a que queden embarazadas, quitarles a sus bebés, mantenerlas produciendo leche, cosa que convierte en una tortura a largo plazo por el dolor que implica, y creer que eso es normal. A veces me pregunto cuáles de nuestras condutas serán consideradas, dentro de algunas décadas, como salvajes. Pienso que una de ellas será nuestra manera de tratar a los animales en la industria alimentaria.
Irma: Totalmente. No vamos hacia una sociedad más compasiva. A veces parece que vamos de regreso, y eso es tremendo. Y entonces yo entiendo por qué la palabra feminismo a ciertos sectores les causa tanto escozor; a lo mejor deberíamos encontrar un término distinto para hablar de esta necesidad de igualdad, de inclusión, de justicia social. Yo hace años entrevisté a Yásnaya Aguilar Gil y le pregunté “¿tú eres feminista?”. Yo estaba segura de que me iba a contestar que sí, pero me dijo “en mi tierra, en mi comunidad, como que no coincidimos tanto con ese término”, y me empezó a hablar, por ejemplo, de que ellos estaban más preocupados por el territorio. Pero una cosa importante: la bandera que muchas feministas tienen en el tema del aborto, ella me decía que en las comunidades indígenas ha habido esterilización forzada durante décadas y nadie dice nada. Es lo contrario, obligar a estas mujeres a que no tengan hijos. Y entonces me dijo “yo cuando pienso en esto, me cuesta trabajo”.
Ximena: Claro, escoger qué mujeres pueden tener hijos y cuáles no pueden, según de dónde proviene, cuál es su aspecto, cuál es su cultura.
Irma: Fíjate, muchas personas me han preguntado que si yo creo que una persona neurodivergente puede tener hijos. O debe. Yo no soy nadie para decir quién puede o no puede, debe o no debe. Pero todo viene con, digamos, el sufrimiento. Es un sufrimiento que le causa Ana a Ali cuando es una niña, cuando es una bebé, por todo lo difícil que es también para Adriana tomar una decisión que ya verán si leen la novela.
Ximena: Me gustaría preguntarte sobre el tema de la sororidad, que es de lo que más me gusta en la novela, la forma en que está retratada esa sororidad entre generaciones. Una persona importante es la mamá de la mejor amiga de la protagonista. No es tan común; normalmente las adolescentes se esconden de sus de sus padres, no cuentan lo que están haciendo. Y aquí pasa lo contrario. Me llamó la atención que lo pusieras así. ¿Por qué se te ocurrió eso?
Irma: Fíjate que sí, justo Cele es la mejor amiga de Alí y su mamá. Imelda, es esta mujer comprensiva y presente que está siempre dispuesta a ayudar, no sólo a su hija, sino a la amiga de su hija; a apoyar, a dar consejos, porque durante mucho tiempo quizás esa fue mi fantasía con mi hija, porque mi hija, cuando era chiquita, cuando tenía 10 años, sí era llevarla a todos lados con sus amigas por cuidarla, pero poco a poco fue creciendo y fue separándose de mí. Y esto que tú dices, que las adolescentes de repente dicen: ¡ay, mamá, o sea, ya no, no te juntes con nosotras, vete, déjame en el centro comercial, y me recoges en 2 h ¿no?”, y entonces mi fantasía era tener una relación como la de Imelda, no solo con mi hija, sino con las amigas de mi hija. Para mí creo que el tema de la sororidad es muy importante; no sólo tener amigas de tu edad, sino tener amigas que pertenecen a otras generaciones, porque eso te enriquece muchísimo. Mira, Es muy curioso, pero la mayoría de mis mejores amigas son bastante más jóvenes que yo, pero también tengo un par de amigas que son bastante mayores que yo. Y en ellas se encuentra un apoyo, una sabiduría y una experiencia de la vida.
Ximena: Justamente yo quería hablar de la edad. A mí me sorprendía mucho y me sigue sorprendiendo cómo se dividen los grupos de personas por edades. No sé si a ti te pasa en tu familia que hacen, por ejemplo, una comida familiar y dividen las mesas, una para niños, una para jóvenes, una para medianos, una para viejos, qué sé yo. Y esas divisiones me conflictúan. ¿Por qué hay una obsesión con esa división por edades? ¿Cómo lo ves tú?
Irma: Yo creo que porque somos y seguimos siendo una sociedad que venera a la juventud por encima de todo, que desprecia a la vejez o la edad mayor y con las infancias tiene una relación no clara, conflictiva. Entonces creo que eso tiene mucho que ver para estas divisiones. Y sí, yo me acuerdo, también. Las reuniones familiares eran muy así; pero me acuerdo también pensando en los centros de trabajo. Llega un momento en que si tienes más de 45 y no eres jefe o jefa, algo está mal contigo. Tiene mucho que ver con este yo diría hasta desprecio que hay por las personas de la tercera edad. ¿Te acuerdas de un meme que hubo hace un par de años que ponía “cállese señora”? A mí me sonaba muy agresivo porque, aunque no estaba dirigido a mujeres mayores, sino a mujeres en general, a mí lo de señora ya me sonaba como “usted ya está grande, ya no tiene ni por qué opinar”. Se me hace tonto, inútil y discriminatorio. Yo creo que las personas somos bastante maduras e inteligentes para tener relaciones de amistad, de trabajo, de lo que quieras con gente de todas las edades. Yo aquí, por ejemplo, en el M. F. A. tengo un compañero que se llama Felipe, que tiene 28 o 27 años. Y es una amistad que he trabado con él muy linda. Y otra chica, otra compañera, Jimena, de 27 ¿Y qué? Puedo decir que con una persona que tiene 60 y algo también tengo una relación, no de amistad, porque fue mi maestra, pero una relación muy interesante, muy rica que se va nutriendo cada vez que nos vemos, entonces me parece realmente una estupidez, perdón, por decirlo tal cual, pero una estupidez que sigan existiendo estas barreras.
Ximena: Sí; además al estar maltratando a las personas mayores, nosotros que vamos hacia allá, o que esperemos llegar, ¿no?, porque yo sí quiero llegar a tener 70, 80 años, entonces me impresiona que estemos fertilizando el campo para que nos traten mal o no nos tomen en cuenta.
Irma: Además, como sociedad envejecemos cada vez más porque la gente tiene menos hijos. Desde hace décadas estamos envejeciendo como sociedad. ¿no?
Ximena: Y vivimos más que antes.
Irma: También. Va a llegar un momento en que seamos más viejos, viejas, que jóvenes en el mundo.
Ximena: Ese fue un punto que me interesó en tu novela. En cuanto al conflicto en la relación que tienen la abuela y la personaje principal, porque ellas 2 tienen edades muy dispares. Una es adolescente y la otra es una abuela. Pero creo que el meollo del asunto y del conflicto no es ese, no es la edad, sino que hay secretos de familia. Creo que ahí está el principal conflicto, y ya voy a ir cerrando, porque tampoco quiero abrumar con tanta pregunta. Creo que para mí, un tema que siempre me ha fascinado y me ha horrorizado, son los secretos de familia. Creo que tienen el poder de destruir generaciones, no nada más a una persona, sino generaciones. Entonces, en esta novela, el secreto de familia es central, ¿no?, ¿quieres comentarnos algo sobre este este tema.
Irma: Por supuesto, No voy a decir el secreto de esa familia, porque quiero que lean, pero sí, yo siempre he estado convencida de que lo que no se dice es mucho más interesante que lo que sí se dice. Y en las familias, lo que no se dice es capaz de destruirlo todo. Y yo más bien me pregunto, y me lo pregunté cuando escribí la novela, ¿por qué no se dice lo que no se dice? Hay una palabra aquí, en inglés que me gusta mucho: patronizing. En este caso, la abuela cree que no debe decir ciertas cosas para proteger a su nieta. Hasta qué punto nosotras, nosotros como adultos, como adultez, tenemos la obligación (porque, además, es una carga muy pesada), de ocultar algo porque creemos que va a dañar al otro, a la otra. Y eso pasa en todas las familias. Es como decir, yo no te voy a contar esto porque te puede hacer mucho daño. Bueno, yo soy una persona autónoma, déjame decidir si a mí me hace daño o no, y déjame sobre todo decidir qué hago con ese daño, ¿no? Pero siempre se prefiere, como decimos en México, barrer abajo del sillón las cosas aparentemente sucias. Todos tenemos secretos, todos tenemos cosas que no nos enorgullecen, pero esto se pudre. Eso provoca rompimientos peores de lo que pasa en mi novela, cosas mucho peores, incluso tragedias. Por eso me interesa mucho la condición humana, no es una cosa que pase solo en las familias mexicanas o latinoamericanas. Es una cosa que pasa en las familias y que tiene que ver con que somos humanos y que somos falibles.
Ximena: Y también creo que hay un tema de avergonzarnos por cosas de las que no tenemos por qué avergonzarnos. Hay un dicho que detesto de “la ropa sucia se lava en casa” y creo que eso también lo abordas muy bien en la novela.
Irma: Totalmente. Me toca y no quiero hablar mal de nadie de mi familia, porque, bueno, ya son personas mayores, y las adoro a todas. Y hablo de mujeres, porque mis abuelos tuvieron más mujeres que hombres. Tengo unas tías muy mayores, pero son fundamentalmente mujeres más que hombres, pero si existe esta cosa de híjole, no se vaya a enterar fulanito, ¿qué va a pensar? A mí qué me importa qué va a pensar alguien que, así sea muy cercano, si piensa algo mal de mí esa persona por algo que sucedió en mi pasado y de lo cual me hago responsable, entonces no me interesa esa relación. Punto. Las cosas deberían ser más simples. Pero como bien dices Ximena, creo que las mujeres de otras generaciones crecieron muy pendientes del qué dirán. Es algo que traen muy, muy adentro y que nosotros, que somos más jóvenes, podemos empezar a cambiar, a decir ya no. A veces yo, con mi mamá, tengo estas discusiones. No, a la mayoría de la gente no le importa un pepino lo que tú hagas. Entonces, ¿por qué demonios voy a estar preocupada, ¿por qué? ¿qué va a pensar el vecino? Sí, a lo mejor lo comentan 3 min, y luego ya se les olvidará nuestra existencia. Realmente no somos tan importantes en la vida,¿no? Pero sí el ser mujer, el haber crecido como mujer en sociedades tradicionales, como la mexicana, en sociedades cerradas, pues yo entiendo a mis tías y a mi mamá. Ahora a mí me toca cambiar esa situación con mi hija. Jamás en la vida le he dicho: no salgas así a la calle. Y usa falditas, vestidos escotados, es su asunto. Es o no grites o no hagas, o sea, porque te van a decir Y esto tiene que ver con los
Ximena: Para cerrar, quiero preguntarte sobre la portada que está hermosa.
Irma: Bueno, pues la hizo una de las mujeres más importantes de mi vida, uno de los pilares, mi mejor amiga, mi hermana Valeria Gallo, que además ha sido una ilustradora bueno... Ha ganado un montón de premios, concursos, ha publicado un montón de libros, pero es una persona que siempre está muy pendiente de mí. Es mi hermana menor, y parece que ella fuera la mayor porque me cuida mucho. Me protege, me procura. Y la verdad es que fue un trabajo que a mí me dejó muy satisfecha. Y a la editorial también, porque ella no pudo terminar de leer el manuscrito, ya sabes cómo son los tiempos. Y entonces lo que hice fue mandarme un resumen de un párrafo y se aventó esto que para mí es una belleza. Es una verdadera belleza. Quien lea la novela va a saber quién es quién, es obvio. Ali y su mamá Ana encima. Pero además que alguien esté como en este océano de incertidumbre, me encantó.
Ximena: Es hermosa, de verdad. No podría ser una portada mejor
Irma: Me quedé muy contenta con esa portada y si alguna vez la novela se reedita en otra editorial, voy a pelear porque sea esa portada.
Ximena: Ojalá, tiene que ser. Dime si quieres contarnos qué estás trabajando ahora o si prefieres guardártelo para cuando salga tu próximo libro.
Irma: Creo que me lo prefiero guardar, pero también tiene que ver con maternidades, aunque una maternidad en este caso muy distinta. Y además, quiero decirte finalmente que estoy muy honrada de que La Cova me haya recibido en este espacio y tú, principalmente que eres una escritora que yo admiro muchísimo.
Ximena: Muchas gracias, Irma. Gracias a ti. Nos vemos la próxima, Ojalá que quieras volver a estar en este espacio cuando salga tu próximo libro y te mando un beso con mucho cariño.
23 DE ABRIL DE 2025