Charla con el escritor mexicano David Ornelas acerca de su primera novela “El lugar de la noche” publicada por Abismos Editorial en 2024.

Ximena: Hola. Bienvenides a La Cova. Hoy está conmigo David Ornelas. Él es escritor mexicano, autor de la novela “El lugar de la noche” publicada bajo el sello Abismos Editorial en 2024.

David: Hola, Ximena. Gracias a ti y a Sara por la invitación, estoy muy contento de estar aquí, de charlar contigo. Siempre es un placer.

Ximena: Pues les cuento un poco de David; estudió comunicación social en la Universidad Autónoma Metropolitana. Hizo una maestría en escritura creativa en la Universidad de Nueva York, donde nos conocimos. Y bueno, hoy vamos a platicar sobre su novela “El lugar de la noche”, que es una novela escrita en primera persona. El narrador es un hombre bastante joven, ambiguo. Es una voz contradictoria y se podría decir que es un antihéroe. Este narrador se reencuentra con un viejo amigo del pasado, a lo mejor este amigo es uno de sus pocos que ha tenido y perdió por situaciones que se van descubriendo durante la novela. A partir de ese reencuentro, inicia un road trip desde Ciudad de México hacia Acapulco con una parada en Iguala.

David: Gracias, Ximena, por la presentación y por lo que lo que comentas de la novela; efectivamente, ese es el punto en el que arranca, donde estos 2 amigos se reencuentran después de un pleito que tuvieron por temas personales y profesionales. Son periodistas de la Ciudad de México y se distancian. Ahora tienen un encuentro casual un día en la mañana en la Ciudad de México y desde que se encuentran, las cosas se enrarecen desde el primer momento. Es muy raro que se encuentren por casualidad ese día. El narrador va camino al trabajo, pero el otro está borracho desde la mañana; se van a desayunar juntos y una cosa los lleva a la otra y terminan en este viaje improvisado a Acapulco. Pero tienen que hacer una escala en Iguala por una avería mecánica. Y entonces ahí empieza otra parte de la historia a nivel personal del protagonista. Yo creo que es una es una novela de road trip de iniciación, digamos, es una novela donde él descubre que lo que está intentando hacer todo el tiempo es escapar, huir, romper con un pasado, con una inercia que lo oprime mucho, una madre sobreprotectora, un trabajo que detesta. Él trabaja en la oficina de prensa de la Secretaría de Gobernación en una administración política con la que no simpatiza para nada. Y entonces ese trabajo, esa madre opresora, esa soledad también lo tienen en esta situación de la que quiere escapar. Este viaje es el pretexto perfecto para eso. Y también para tratar de reconectar y reencontrarse con este amigo al que perdió por malas decisiones. Otra amiga que está en la novela, son sus únicas 2 conexiones con el mundo. Él se está quedando solo porque no logra conectar emocionalmente con nada, todo está muy atravesado por su madre, por este trabajo, por este encierro en la oficina. Este viaje es una oportunidad de pedir perdón a este amigo, de arreglar cosas con él. Es, yo creo, una novela que explora o en la que quise explorar los estragos de la violencia en México a nivel psicológico. Es una novela sobre el miedo. Sobre el miedo que da atravesar el país en carretera, la paranoia que te da encontrarte con alguien desconocido, que tu amigo se comporte de manera extraña, estar en una ciudad en la que no planeabas estar, que se te haga de noche. Entonces es una novela sobre alguien que tiene miedo y que todo el tiempo imagina que está a punto de ocurrir algo catastrófico. No es sobre una violencia explícita en México, sino sobre sobre los estragos de la violencia a nivel psicológico. El contexto en el que se ubica la novela es el de atravesar Guerrero en el México pre-Ayotzinapa, previo al crimen de Estado contra los estudiantes de la Normal Isidro Burgos de Ayotzinapa. Eso está en el aire todo el tiempo. No se menciona pero es parte de la atmósfera.

Ximena: Y dirías que te nació la idea de escribir sobre esto a raíz de lo que pasó en Iguala con los estudiantes de Ayotzinapa.

David: Sí, definitivamente. Lo primero que quería hacer era contar la historia de estos 2 amigos. Y a nivel personal, estaba trabajando con la idea de del espejo, del doble. El protagonista iba a ser este personaje reprimido, miedoso; y el amigo iba a ser todo lo que él no se atreve a ser. Empecé a pensar en México, y este caso emblemático lamentablemente no es aislado. Es una situación que sigue sucediendo, la represión, la desaparición forzada. El caso Ayotzinapa es un caso que pone en evidencia el nivel de represión de parte del Estado y el contubernio que tiene el Gobierno de México con el crimen organizado. Y los malos manejos mediáticos y políticos de una situación como ésta. Entonces cuando quise contextualizar a 2 periodistas de la Ciudad de México, trabajando uno para el gobierno y otro haciendo periodismo de investigación, pensé que este era un tema perfecto para anclarlo. Yo tuve una experiencia personal de hacer un viaje con amigos a Acapulco después del caso Ayotzinapa. Bueno, pensábamos ir Acapulco y después hacia las costas de Oaxaca en auto; hicimos una parada en Chilpancingo. Y para mí fue muy impactante por dos cosas. Una era la presencia militar y policial en Chilpancingo, el Palacio de Gobierno tomado por los estudiantes, el miedo que teníamos; procurábamos protegernos, no hablar demasiado de la situación, pero estaba en la atmósfera. Por el otro lado, la gente de Chilpancingo, y esta es mi percepción, estaba como intentando reconstruir, de la manera que fuera, una vida cotidiana. Entonces en todos lados había una invitación. “Pueden ir allá a tomar, pueden ir acá de fiesta, acá a desayunar. Vayan al mercado…”. Y nosotros estábamos intentando salir de ahí lo más pronto posible. Esa sensación me parecía que se podía extrapolar a todo lo que de pronto pasa en México cuando estás fuera de tu zona de de de confort, fuera de de tu localidad y estás queriendo huir y la gente en esos lugares está queriendo reconstruir sus vidas a pesar de las tragedias. Eso es un poco lo que yo considero que pasa en México, una vida cotidiana que tiene que seguir a pesar de la violencia y una tragedia y una violencia que no terminan de irse, no termina de haber justicia.

Ximena: La novela aborda varios temas; emiedo, la violencia estructural, la violencia que viene desde el Estado y que permea a toda la la sociedad; y también se tocan temas como la familia tóxica, esta relación entre el protagonista y su madre, se toca el tema de la amistad, la corrupción, el road trip. ¿Cuáles de estos temas son los que menos has podido conversar?

David: Es una muy buena pregunta. En la parte de atrás del libro se menciona Ayotzinapa y la Noche de Iguala. Entonces hay mucha gente que al leer eso encamina toda la charla por ahí. Entonces la mayoría de las veces se quedan de lado los temas más personales; no se habla mucho de la soledad. Para mí era importante tratar de retratar, o bueno, retratar es una palabra rara, pero escribir sobre un personaje que por malas decisiones en la vida, desde las muy mínimas y sutiles hasta otras más importantes, va cortando relación con todo mundo. Y es una novela, también, creo yo, sobre la incapacidad de arreglar los problemas. Esto se resume a la incapacidad de hablar. Por ejemplo, una incapacidad de hablar con la madre sobre los problemas que su relación genera y una incapacidad para pedirle perdón al amigo, llamarlo, buscarlo, hablarle y decirle “me equivoqué, lo que hice fue una canallada y me equivoqué, pero no te quiero perder, o quiero perder esta amistad”. Y ese tema me interesaba mucho, porque creo que nos pasa muchas veces en la vida. A las personas que escribimos, vivimos todo el tiempo hablando de las palabras, de la oralidad, de la forma en la que trabajamos con las palabras, de lo bien que suena esto y de lo bien que suena lo otro, y luego, en nuestras vidas cotidianas, a veces nos quedamos con las palabras aquí [señala la garganta], ¿no? No supe decir esto, no supe pedir perdón. No supe decir te quiero. No supe decir, eres mi amigo, esa sensación de las palabras estancadas en la garganta es parte fundamental de la novela y es un tema del que no se habla mucho porque el tema político social lo abarca todo. Y ¿quién es el Estado?, cuando se habla de el México corrupto ¿quién? Y entonces me interesaba también explorar la propia participación que tenemos en la construcción de esa estructura de Estado, de nación. Y, por supuesto, el miedo al otro, a estar en la calle y tenerle miedo al taxista y tenerle miedo al mecánico y tenerle miedo a la señora de la tienda y el tenerle miedo a todo el mundo. Todo mundo se vuelve sospechoso cuando tenemos miedo, y al final de cuentas, es trasladar todo lo negativo que percibimos de un país y de una sociedad muy directamente al otro, ¿no? Y desde este miedo viene esta paranoia, que son un par de temas de los que casi no he hablado.

Ximena: Qué fuerte lo que dices que nosotres, como escritores, hablamos todo el tiempo sobre el uso de la palabra y a la mera hora, por lo menos yo, me cuesta muchísimo trabajo usarla en mis relaciones personales. Tiendo a cortar muchas veces la comunicación con otras personas y no saber decir por qué lo hago, no saber expresar “oye ahorita estoy teniendo un mal momento, ahorita necesito aislarme o, estoy triste”, simplemente no lo logro, y me impresiona cómo me es mucho más fácil pensar en mí como una persona que sabe usar las palabras, y puedo escribir un libro, pero lo logro enfrentarme 1 a 1 decir las cosas que me están pasando

David: Sí, sí, definitivamente a veces con las acciones vamos solucionando, vamos sobrellevando, pero tenemos una incapacidad de decir: oye ¿te acuerdas de lo que pasó? Esto tenemos que hablarlo, se tiene que mencionar, tienen que estar las palabras puestas ahí. Creo que es muy importante llevar a la vida diaria los ejercicios de enunciación, ponerlo con palabras, como hacemos en la escritura o en la lectura, leemos también. Y lo vemos todo y analizamos y decimos “qué importante cuando le dijo”, y memorizamos frases y tal. Bueno, hay que trasladar eso a nuestras vidas. Es muy fácil decirlo, pero no lo es tanto.

Ximena: ¿Y el miedo plasmado en el lenguaje?

David: Creo que es una de las cosas con las que aprendemos a vivir como cuando tenemos dolores de cabeza o una molestia en la rodilla. Digo, es un poco banalizar la cosa, pero es un ejemplo, me duele la cabeza en las tardes, me tomo una pastilla, se me pasa, sigo haciendo mi vida, pero eso va mermando la calidad de vida. A nivel psicológico también, a nivel emocional y de nuestra forma de relacionarnos, nuestro entorno. La violencia genera estos estragos. No queremos contestar el teléfono si no conocemos el número, porque puede ser una extorsión. No queremos estar parados en una esquina a las 10 de la noche, porque no sabemos ahí qué pueda pasar. No queremos viajar en camión porque no. Aunque soy bastante confiado, y a veces trato de no caer en ese miedo, pero sí lo percibo como a nivel colectivo, por ejemplo “no vayas a Oaxaca ahorita”, etc. Y el narrador todo el tiempo está imaginando los peores escenarios que a nivel de la escritura me permitieron desbordar, entrar a unos terrenos más delirantes y mucho más poéticos y desbordados. En cuanto al lenguaje, jugar con la paranoia para desbordar el lenguaje. Era una de las cosas que me permitió entrar a un territorio más delirante y plasmarlo en el lenguaje. Eso es un poco lo que lo que hice.

Ximena: La novela en ese sentido es muy psicológica; tiene párrafos con detalles muy perturbadores, incluso nos llevan a a lo onírico. ¿Cómo lo trabajaste?

David: Hay varios elementos. La novela empieza con un sueño, por ejemplo. Entonces ese sueño que es medio pesadillesco, también implica un dormir mal y afrontar un día después de una pesadilla, lo que va generando que esas ideas se vayan colando en tu día, que esas imágenes vayan regresando y se vayan desdoblando de otras maneras. La novela ocurre en un día. Entonces toda la novela de entrada está permeada por esa pesadilla de la noche anterior y ese mal dormir. Entonces había varios momentos en los que a mí, el estado de conciencia del personaje que va narrando todo en presente y en primera persona, me permitía que fuera que esos momentos se pudieran colar y que esas imágenes, ya de por sí oníricas y perturbadoras, se pudieran desdoblar hacia donde fuera, porque estaban en su mente. Eso es una parte. Otra parte importante es la cantidad de alcohol que está de por medio en la novela. Y esto yo platiqué con una periodista, una fotoperiodista que estuvo en Iguala después de esta situación. Yo le preguntaba mucho a ella sobre qué pasa con la vida cotidiana de los periodistas y de la gente que vive en Iguala. Y ella me dijo eso. Hay mucho alcohol de por medio. Hay mucha seriedad en el trabajo y hay mucho profesionalismo, pero después hay una necesidad de relajarse y de escapar, y hay mucho alcohol de por medio, ¿no? Entonces, bueno, eso fue algo que me hizo eco también. Hay muchos momentos hacia el final de la novela, en donde se empieza a recordar el día y el día no se puede recordar muy bien, porque en varios momentos hubo mucho alcohol. Eso permite hacer una reconstrucción del día como viciada, ¿no? Viciada también por la paranoia.

Ximena: ¿El dudar de la propia percepción?

David: Exacto. Y en esta novela hay una imagen de una iguana. Hay una imagen de comida en descomposición, hay una imagen de la carretera solitaria, y hay una imagen de una ciudad con neblina de oscuridad y de miedo. Entonces fui desdoblando esas imágenes.

Ximena: Algo que me interesa mucho es que ambos personajes son muy ambiguos, difíciles de leer.

David: Sí, la ambigüedad, el no saber qué está pasando con el amigo, ¿por qué está borracho a las 8 de la mañana?, ¿por qué quiere hacer este viaje a Acapulco tan improvisado?, ¿por qué tiene momentos como de mucho humor ácido, y lo está molestando mucho, pero también tiene unos momentos en los que se desconecta por completo, y su mente parece irse a otro lado. Y lo que pasa con el protagonista al ver estas reacciones de este amigo es que es un espejo para él. Entonces tal vez tiene miedo. ¿no? Tal vez yo tengo miedo. Tal vez está tratando de vivir. Tal vez yo estoy tratando de vivir. Tal vez le está pasando algo. Tal vez me pasa algo a mí. Tal vez solo está borracho y haciendo un viaje a Acapulco, como muchas personas hemos hecho desde la Ciudad de México. Tal vez está huyendo de algo. Tal vez no. Entonces esa es la función que cumple la ambigüedad de ese personaje y del amigo que se llama Fernando. Me llaman los personajes que tienen una conciencia moral, espiritual positiva y que son las personas que van a generar el cambio positivo y que la están pasando mal, pero ven que lo malo está allá afuera. Pero después me tengo que regresar a decir: No, la gente no es tan buena. Siempre todos tenemos nuestras cosas, y tal. Y sí, me cuesta mucho más trabajo ir llenando a mi protagonista de estos matices y de estas complejidades. Entonces, con este personaje, está el tema que mencioné hace un rato sobre la propia participación personal en estos en la construcción del Estado, de lo social, lo colectivo y tal. Era como empezarlo a implicar a él también. Él no solo era una víctima de la madre y no sólo era una víctima de la historia. Él también tiene una participación en en todo eso y él también tiene unas ambiciones, y él también cometió errores, y él también se ha beneficiado de una madre corrupta y él también se ha beneficiado del Estado, y él trabaja para el Estado y cumple y va todos los días a las 8 de la mañana a trabajar para este Estado que dice detestar, ¿no?

Ximena: Me encanta eso, porque es es difícil ponerse dentro de quien no querríamos ser. Y tenemos siempre algo de ese alguien que no querríamos ser.

David: Claro. Duele descubrir las partes que nos duelen, las partes que no queremos ver, las partes que no queremos aceptar. Son el mejor combustible para escribir, porque lo bueno ya está dado y está fácil de decir, y lo vamos diciendo todo el tiempo. Yo soy bueno. Lo malo, Lo complejo, lo ambiguo es más difícil.

Ximena: Mi última pregunta sería ¿ahora que está publicada la novela hay algo que te hubiera gustado hacer diferente?

David: La verdad es que no. Asumo mi proceso creativo y mi trabajo de escritor como un proceso. Y estoy satisfecho con esa novela, porque es lo que tenía que ser en su momento. Es una primera novela. No es perfecta, no es la mejor, pero es la que tenía que ser y se contó como se tenía que contar. Hice lo que pude hacer en su momento. Básicamente si quiero hacer otra cosa, lo voy a hacer en otra novela. Si quiero explorar otros temas, si quiero explorar otras formas de la narración, ver otras posibilidades, lo voy a hacer en mis siguientes trabajos. Y lo que sí tengo que decir es que desde hace un año, más o menos que entregué las últimas correcciones a mi editora Sidharta Ochoa en Abismos, no he vuelto a leer la novela y no lo voy a volver a hacer. Me da mucho terror y mucho pánico. Incluso las copias que han pasado por mis manos, me deshago de ellas. No la quiero ver y no quiero meterme a leerla porque me puede dar un poco de bochorno, por un lado, y miedo de empezarme a hacer esas preguntas. Es curioso, se publicó el año pasado, pero la terminé de escribir hace como 3 años o 2 años y medio. Entonces es una novela que, claro tuvo revisiones siempre en la Editorial, pero nunca fueron cambios muy drásticos. Entonces es una novela de la que yo me desprendí mucho hace 2 años y medio.

Ximena: ¿Nos quisieras adelantar que estás escribiendo ahora?

David: A grandes rasgos, es un poco ambicioso decirlo así, pero tengo 3 proyectos. No me he dado cuenta que a lo largo de varios años reuní varios cuentos y me gustaría trabajarlos, pulirlos, pensando en una colección. De esa revisión de cuentos se desprendió 1 novela que estoy trabajando. Y yo, bueno, tuve la oportunidad de vivir en Nueva York cinco años. Es una ciudad que amo y adoro y extraño, entonces estoy usando ese combustible de la nostalgia y de la experiencia de haber estado por allá, y de las ganas de regresar también, para escribir una novela que se ubica en el Bronx; serían 3 historias de 3 personas migrantes latinoamericanas de diferentes lugares que comparten una característica, la de tener que trabajar para ganarse la vida y tener además una de las disciplinas artísticas. Entonces hay un cantautor, una pianista y una artista plástica. Es esta vida de la clase trabajadora migrante en Nueva York que de pronto es muy romantizada y me gustaría desentrañar en bastantes sentidos.

Ximena: Pues muchísimas gracias David, por estar aquí hoy y espero que puedas volver a este espacio y tenerte aquí con nosotras otra vez.

David: Gracias a ustedes de verdad por la oportunidad, por el espacio, por el cariño, por todo.

1 MAYO, 2025

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Lina Munar